26/07/2023
En esta secuencia trato de describir las sensaciones de nuestra primera experiencia en Cádiz. En la primera instantánea, nada más entrar, nos encontramos a un sereno y con ese habitual brillo en los ojos de cuando está deseando ver la reacción de sus comensales; en un local humilde y elegante, sin distracciones. Toda una declaración de intenciones: centrarnos en los platos y en las copas, en los sabores que nos trasladarán a la cocina que sabe al Cádiz más puro y tradicional, al de la cocina de aquellas abuelas y mares que tenían que inventárselas cada día para sacar provecho a lo que había, eso sí, con un producto tan gaditano y de calidad que quita el sentío. Comienza el recorrido en el que la cocina de paciencia e intuición, en la que la sabiduría repostera, heredada de la familia por el chef, se pone al servicio de unos platos que parecen orfebrería de la fina, camafeos comestibles que ilusionan el paladar desde el primer vistazo. Como el en blanco, que se deshace en la boca quitándole al plato su san Benito de ser solo una comida recomendada para los días de estómagos delicados. Deliciosa sutileza. En la última de las fotografías - el resto, que es mucho, lo tendréis que descubrir un el sitio- he elegido un bocado -que son más de tres- de los que dejan un recuerdo imborrable y que resume de manera nítida todo el mensaje: comerse Cádiz desde la Mar hasta la copa de los pinos; quisquillas con su hueva, mojama, y piñones de la breña. Y de la salsas, del famoso tomate sofrito de Juan, o habría que decir mejor de su abuela, preparado con el mimo y la paciencia infinita que el chef aprendió correteando entre las ollas de la casa familiar, qué te voy a contar. Tienes que probarlos, a poder ser, regados por la selección de generosos vinos de nuestras bodegas provinciales elegidos con traviesa y acertada consideración. Una noche estupenda compartida con y mi querido que pusieron a los platos las risas y guiños de cariño que hicieron de una noche una memorable vivencia que conservar para los restos en la entrañable alacena de la memoria. Oído cocina, está a punto de zarpar.