02/08/2025
Antes de que el mundo conociera a Shakira como la estrella internacional que es hoy, hubo una etapa silenciosa, íntima y decisiva en su vida. En ese capítulo estuvo **Óscar Ulloa**, “el del proceso”, como muchos lo han llamado. No fue solo su primer gran amor, sino su compañero en los años en que todo apenas empezaba. Fue quien caminó a su lado en la transición de adolescente soñadora a artista en formación, apoyándola emocionalmente, sosteniéndola en cada paso, y creyendo en ella cuando aún era solo promesa.
Óscar estuvo presente en su mudanza a Bogotá, cuando Shakira iniciaba el difícil camino de consolidar una carrera en la industria musical. No se trataba de fama ni reflectores, sino de ensayos, incertidumbre y ganas de seguir adelante. Él fue parte de esa rutina, la alentó, la acompañó, y le dio contención en momentos donde pocos entendían la dimensión de sus sueños.
De esa relación nació *Antología*, una de sus canciones más queridas. En ella, Shakira no canta solo al amor, sino a la enseñanza, al crecimiento, a lo que se aprende cuando alguien te acompaña sin querer quedarse para siempre. Ulloa representa ese tipo de amor que se convierte en cimiento, que impulsa sin retener, y que deja huellas sin pedir nada a cambio.
Años después, él mismo dijo: “Decidí terminar para no interferir en su camino artístico. No me equivoqué... llegó al cielo.” Con ese gesto, Óscar dejó claro que su rol fue crucial no por cuánto duró, sino por todo lo que construyó. Hoy, su historia se recuerda como la del compañero que ayudó a moldear a una estrella con la paciencia, el cariño y la generosidad de quien sabe cuándo quedarse… y cuándo dejar volar.