21/06/2024
Celebrando Litha: La Danza del Sol
*por Larssen*
En el tiempo en que el sol reina sobre la tierra, las sombras se esconden bajo las piedras y los ríos murmuran canciones de fuego. Este es el solsticio de verano, conocido por los wiccanos como Litha, la festividad del sol, el día más largo del año. En Litha, celebramos la plenitud de la vida, la abundancia que el sol nos ha dado y que ahora se refleja en cada hoja, en cada fruto.
Litha es un homenaje al ciclo eterno de la naturaleza. En este día, nos unimos al canto del sol, la fuente de toda vida. Celebramos su fuerza, su calor, su luz que atraviesa las nubes y llena de vida nuestros campos y bosques. Y también reconocemos la fugacidad de este poder, pues después de hoy, los días comenzarán a acortarse. Es un recordatorio de que todo en la vida es efímero, un ciclo sin fin de nacimiento, crecimiento, decadencia y renacimiento.
A lo largo de mi vida, he sentido la llamada de Litha como una caricia ardiente en la piel, un susurro cálido en el viento. Recuerdo los días de mi infancia, cuando mi abuela encendía una hoguera en el campo, rodeada de flores de San Juan y ramas de roble. Nos enseñaba a lanzar al fuego nuestros miedos, nuestras p***s, para que el humo las llevara lejos, muy lejos. A través de esos rituales, aprendí que Litha es una celebración de la purificación y la renovación. El fuego consume lo viejo, lo innecesario, y deja espacio para lo nuevo.
Litha no es solo una fiesta del sol, sino también del agua. Al amanecer, recogemos el rocío de las plantas, que dicen está bendecido con poderes curativos. Las hierbas recolectadas en este día tienen una fuerza especial, pues llevan en su esencia la potencia del sol en su punto más alto. La naturaleza, en su generosidad, nos ofrece sus dones más poderosos en Litha.
En la wicca, celebramos Litha con rituales que nos conectan con el corazón mismo de la tierra. Alzamos nuestras voces en cantos antiguos, danzamos alrededor del fuego, sentimos la tierra bajo nuestros pies desnudos y el calor del sol en nuestra piel. Es un momento para agradecer, para pedir bendiciones, para reafirmar nuestra relación con el mundo natural.